jueves, 30 de marzo de 2017

LEOVIGILDO Y SU TIEMPO

Se me dio a elegir entre Leovigildo y Saturnino Martín Cerezo. He decidido hacer el trabajo sobre Leovigildo por varias razones. En primer lugar, desconocía la importancia de Saturnino Martín Cerezo en la historia y al informarme un poco sobre ambos personajes me resultó mucho más interesante la historia de Leovigildo que la del militar español que encabezó la resistencia en la Iglesia de Baler en Filipinas en el año 1898. Además, la historia de los visigodos no ha sido tradicionalmente muy estudiada, sino que los historiadores se han centrado más en la historia de la península Ibérica a partir de 711. Es por ello que la mayoría de la población española desconoce la historia y desarrollo de esta etapa que, junto a la Hispania del Imperio Romano son los orígenes de la sociedad actual. Por eso he decidido estudiar muy por encima la historia de este rey visigodo que tan importante fue para Hispania.

FUENTES:
Collins, Roger (2004) La España visigoda: 409-711. Barcelona: Crítica. (Páginas 58 a 73).


Leovigildo, cuya fecha de nacimiento se desconoce, fue rey de los visigodos desde el año 572 hasta su muerte en 586. Fue hermano y sucesor de Liuva, quien en 569 dividió el reino y le entregó una parte, por lo que Leovigildo ya era rey tres años antes de la muerte de su hermano Liuva tras cinco meses de reinado. Así, Leovigildo reunificó las dos partes del reino y se proclamó rey de los visigodos.
Está considerado como uno de los más eficientes reyes godos. Su reinado se basó en los principios de reunificación y restauración de la autoridad real en el contexto de una Hispania visigoda casi destruida.
Tras la derrota frente a los francos en la batalla de Vouillé hubo en el reino visigodo un período de debilidad e inestabilidad que comprendió aproximadamente desde 507 hasta 570. En este período la extensión física que controlaban los reyes visigodos fue disminuyendo casi continuamente. Fueron decisivas para el declive del reino la rebelión contra Agila a principios de la década de 550, dirigida por Atanagildo en Sevilla, y la llegada a Hispania de un ejército imperial en 552, enviado por Justiniano I desde el imperio bizantino para derrocar a Agila. Esto tuvo como consecuencia la eliminación de Agila a manos de sus propios partidarios y por tanto la sucesión en el trono por parte de Atanagildo. Además, la presencia del Imperio bizantino en Hispania hizo que se sucedieran diversas guerras entre las tropas de Atanagildo y las de Justiniano. Tras la muerte de Atanagildo fue elegido rey el noble Liuva, y, tras su muerte, como ya hemos mencionado, ascendió al trono visigodo Leovigildo.
En 573 se produjo la obra legislativa que creó para un mejor gobierno de las poblaciones goda e hispanorromana, el “Codex Revisus”. Se trata del documento más importante de su época que impulsó el levantamiento del armazón ideológico hispano. El texto se basaba en el antiguo Código de Eurico, rescataba las principales leyes, suprimía las superfluas y añadía otras que no se habían tenido en cuenta en ese momento.
Leovigildo emprendió una serie de campañas prácticamente anuales que tuvieron como resultado triunfos militares y diplomáticos importantes.
La primera fue en el año 570 en la región de Bastania, donde se produjo su primera victoria ante las tropas de Málaga. A partir de aquí, Leovigildo sus campañas anuales duraron seis años: desde 571 hasta 577, cuyos resultados fueron, en orden cronológico desde 571, la reconquista de Assidona, la reconquista de Córdoba, la conquista de Sabaria, la invasión de Cantabria y el asesinato de los invasores, la invasión de los montes Aregenses, una campaña contra el rey suevo Miro, de la que no se conocen muchos detalles y por último, la invasión de la región de Orospeda en 577.
Finalmente, a lo largo de estos seis años de campañas, la monarquía visigoda había recuperado parte del territorio perdido por sus predecesores y había vuelto a imponer la autoridad real sobre el territorio comprendido entre La Rioja actual hasta Galicia, mientras conseguía someter a la monarquía sueva a una relación tributaria como consecuencia de la campaña contra el rey Miro. Es comprensible entonces que en 578, el rey Leovigildo decidiera tomarse un descanso para dedicarse a la fundación de una nueva ciudad a la que llamó Recópolis. Esta ciudad está situada en la antigua región de Celtiberia, aunque su ubicación se ha situado cerca de Zorita de los Canes (provincia de Guadalajara), a partir de la identificación de un lugar llamado Recupel con la fortaleza de Zorita, donde se descubrió un tesoro de monedas acuñadas en Reccopolis.
Recópolis, Zorita de los Canes
Leovigildo se casó  con Gosvinta, la viuda de Atanagildo. Sin embargo, tenía dos hijos de un matrimonio anterior con Teodosia: Hermenegildo y Recaredo, a quienes nombró copartícipes en el reino, pensando posiblemente en la creación de una dinastía que le permitiera perpetuar su linaje.
En 579 se produjo uno de los episodios más dramáticos en el reinado de Leovigildo: la rebelión de su hijo mayor Hermenegildo en Sevilla. Se baraja la hipótesis de que fuera la hostilidad de la madrastra de Hermenegildo, Gosvinta, lo que animó al joven a rebelarse contra su padre y que, al menos en parte, su motivación era religiosa (al cabo de una década, el príncipe fue ensalzado por el Papa Gregorio Magno como mártir católico). Sin embargo, esta hipótesis no es del todo certera y se plantea también el hecho de que la rebelión fuera producto de una reacción del sur, fuertemente romanizado y católico, contra los intentos de Leovigildo de imponer el arrianismo como base para la unidad eclesiástica de su reino. Fue en 580 cuando se elaboró por primera vez una formulación revisada de la doctrina arriana en un sínodo celebrado en Toledo, por lo que no es seguro que la rebelión de Hermenegildo estuviera motivada por la defensa del catolicismo.
Hermenegildo envió a Constantinopla a su principal consejero eclesiástico, el obispo Leandro de Sevilla. Esto significa que, probablemente, lo que indujo a Leovigildo a actuar contra su hijo en 583 fue la posibilidad de una intervención militar de Bizancio. Leovigildo no intervino contra su hijo hasta 583 quizás porque su rebelión no se vio como una grave amenaza. De hecho, en 581 emprendió una campaña militar contra los vascones y fundó una nueva ciudad llamada Victoriacum, de la que se desconoce su ubicación (tradicionalmente se ha atribuido a la ciudad de Vitoria, sin embargo es un dato que no se ha probado lo suficiente).
Fue en 582 cuando Leovigildo comenzó los preparativos para la guerra contra su hijo, y en 583 inició el asedio de Sevilla, que cayó en 584. Antes de la rendición de la ciudad, Hermenegildo huyó a Córdoba, donde fue capturado y enviado a Valencia mientras se producía la rendición de otras ciudades. En el año 585, Hermenegildo fue asesinado en Tarragona por alguien llamado Sisberto. Se desconoce por qué mataron a Hermenegildo y por qué estaba en Tarragona y no el Valencia. Parece poco probable que Leovigildo no estuviera involucrado en su asesinato, pero han caído algunas sospechas sobre su hijo menor, Recaredo.
En el año 585 se produjo el primer ataque de los francos contra el reino visigodo después de muchos años, al frente de Gontrán, rey de Borgoña. Cabe la posibilidad de que estas expediciones estuvieran vinculadas a la venganza por el destino de Hermenegildo y su familia, ya que se sospecha que cuando fue asesinado en Tarragona huía para reunirse con los francos. Sin embargo, Leovigildo dedicó la etapa final de su reinado a eliminar el reino suevo independiente de Galicia. El rey, en 585, devastó Galicia, capturó y depuso a Andeca (un noble suevo que usurpó el trono en 584), quien se exiliaría posteriormente al sur, e hizo que quedaran bajo su dominio el pueblo suevo, su tesoro real y su territorio. Este mismo año Leovigildo consiguió sofocar una rebelión por parte de los suevos, lo que puso fin a la existencia del reino suevo.
Tras este último triunfo militar, Leovigildo murió en Toledo en mayo de 586, dejando a su hijo Recaredo una Península en gran parte reunificada. Se dice que el reinado de Leovigildo marcó un punto de inflexión en el destino de la monarquía visigoda, puesto que tras décadas de derrotas y desintegración, un rey fuerte consiguió invertir este continuo declive e impuso su autoridad en casi toda la Península. Lo único en lo que Leovigildo no consiguió éxito y apoyo fue en lo referente a su política religiosa, que intentaba imponer la doctrina arriana. No obstante, este conflicto fue esencial en los años posteriores del reinado de Recaredo para que emergiera un sentimiento de identidad y objetivos comunes entre las clases gobernantes.
Es posible que los treinta años de guerra continua que sufrió Hispania, desde la rebelión contra Agila hasta la destrucción del reino suevo, no produjeran unos efectos extremadamente dramáticos en la vida de los habitantes de la península Ibérica, pero probablemente, en algunas regiones, las campañas de Leovigildo marcaran la ruptura total con el pasado romano.


Tras realizar este trabajo me he dado cuenta de la importancia que ha tenido Leovigildo en el transcurso de la historia de España. Leovigildo tuvo como principio la reunificación de Hispania, que se halaba dividida en numerosos reinos y en continua decadencia. Este espíritu de unificación y de autoridad real lo hemos visto en personajes importantes de la historia de España, como en los Reyes Católicos, Felipe V y más tarde, en el siglo XX, en Francisco Franco. El propio dictador llegó a reconocer que alababa a los visigodos por haber dado a los españoles su «amor nacional a la ley y el orden».
Como ya se ha mencionado y explicado, Leovigildo cometió el error de tratar de imponer el cristianismo arriano en Hispania de una manera que no triunfó en su época, pero sí lo hizo en el reinado de su hijo Recaredo, durante el cual se celebró el III Concilio de Toledo en 589. En este concilio se establecía el Catolicismo como unidad espiritual y territorial del Reino Visigodo.
Personalmente y para mi sorpresa me ha gustado hacer el trabajo, ya que pensaba que no encontraría mucha información, pero he conseguido la suficiente y me ha resultado interesante y hasta incluso entretenido leer sobre esta etapa histórica que me era prácticamente desconocida. 



martes, 7 de marzo de 2017

Comentario del texto "La tierra y la cuestión social" de Joaquín Costa

Este texto se trata de una fuente primaria de carácter histórico literario: es un fragmento del libro de Joaquín Costa La tierra y la cuestión social, una colección de textos de este intelectual de principios del siglo XX en el que se da a conocer la ideología y los pensamientos del autor. Tiene un carácter público: va dirigido a todo el que desee leerlo y pretende influir en la opinión de la población española en cuanto a la libertad de los ciudadanos y el fracaso del régimen liberal capitalista.
Joaquín Costa fue un intelectual regeneracionista que pretendía, tras el desastre del 98 y durante el reinado de Alfonso XIII (que se inicia en 1902), modernizar la economía y la sociedad española dejando atrás la antigua organización política deshaciéndose del sistema caciquil. 

En este texto se trata el tema de la libertad del pueblo. El régimen liberal al que los ciudadanos estaban subordinados no les ha garantizado ninguna libertad porque los gobernantes no se aseguraron de afianzar los derechos más elementales: la educación y la reforma agraria que permita a toda la población alimentarse y comprar alimentos a buen precio, por lo que se resume en el lema más famoso de Joaquín Costa: "Escuela y despensa". El autor expone que es necesario estar bien alimentado para poder ser independiente y libre, por el contrario el ciudadano siempre estará al servicio y conveniencia de los poderosos. También menciona que estos problemas ya se intentaron solucionar durante la I República (1873), preocupándose los gobernantes de los problemas políticos y sociales, aunque los problemas están presentes en el momento en que se escribe el texto y suponen una amenaza para los partidos.

Tras la crisis del 98, debida a la pérdida de las colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), la sociedad y la clase política se vio sumergida en un estado de frustración y desamparo. España quedaba en un segundo plano en cuanto al contexto internacional, y la ineficacia del ejército, la corrupción política y la incompetencia de los dirigentes favorecieron esta visión crítica y frustrada de España que se reflejó en el pensamiento de autores como Miguel de Unamuno y Pío Baroja, miembros de la Generación del 98. Esta crisis se trataba, sobre todo, de una crisis moral e ideológica puesto que las consecuencias del desastre fueron menores de lo esperado. 
Sin embargo, la estabilidad política creada durante la Restauración sufrió una ruptura. Tras la muerte de Sagasta y el asesinato de Cánovas, liberales y conservadores sufrieron divisiones o cambios de líderes que, aunque pretendían regenerar la política y reformar el sistema, no lo consiguieron. Además, la guerra ocasionó la devaluación de la peseta, el aumento del déficit del Estado y, por consiguiente, la necesidad de aumentar los impuestos y reformar la Hacienda, por lo que se vio favorecido el descontento de la población. Fue por ello que intelectuales como los anteriormente mencionados u Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez y Giner de los Ríos, entre otros, exigieron la regeneración del sistema que modernizase la política española. 
No obstante, el movimiento regeneracionista fracasó. Francisco Silvela, sucesor de Sagasta y representante de los conservadores mostró cierta voluntad de renovación e inició una política reformista cuya principal medida fue el aumento de los tributos sobre los productos de primera necesidad. Esto provocó una huelga de contribuyentes y los ministros más conservadores dimitieron. En 1901 volvieron los liberales al gobierno pero las medidas regeneracionistas no fueron llevadas a cabo, por lo que el sistema de la Restauración sobrevivió al desastre del 98.